Mis deseos rebasaron los sentidos y no buscan llenarse ya los ojos de verdes praderas, ni aspirar la fragancia de lavandas y eucaliptos o saciarse de miel; tampoco aprender la textura indescriptible de la piel o apreciar el barroco canto de un pájaro...mis deseos escaparon de placeres conocidos. El hedonismo que persiguen ahora mis deseos no está en los besos ni en la fruta. Sólo en un fragmento escuálido, diminuto, incluso imperceptible, de bendita serenidad.
Ivette Estrada
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