De la distopía al mundo feliz. ¿Cómo será nuestro mundo después del Covid-19? Hay quien asume que las sombras absorberán las promesas y tocaremos quimeras. Otros aseveran que la pandemia será el punto de inicio para reconstruir la humanidad y su entorno. Entre ambas posturas existen cinco factores ineludibles:
1. Disparidad entre pobreza y riqueza. Se acentuarán desigualdades. La recesión y desempleo afectarán a los más vulnerables: quienes que ya tenían pocos recursos, jóvenes a punto de entrar a un mercado laboral debilitado y trabajadores de carrera media cuyo trabajo es imprescindible para atender necesidades básicas como alimentos. Sin embargo, en tal polarización emergerán propuestas de emprendimiento como nunca antes y las personas trabajarán ya no con una firma establecida, sino por proyectos y causas predeterminadas. Cada persona deberá especializarse en áreas únicas y volverse su propio referente.
2. Auge tecnológico. Los modelos de negocio con plataformas tecnológicas crecerán a ritmos sin precedentes. Teletrabajo, streaming de vídeo o comercio electrónico son actividades que prevalecerán en la nueva normalidad. También es previsible que la pandemia acelere la automatización de los puestos de trabajo a través de la Inteligencia Artficial y la robótica. En este momento, más que nunca, se enfatizarán las habilidades esencialmente humanas como comunicación, negociación, empatía, cuidados a los otros. Las llamadas soft skills jugarán un rol escencial en la competitividad.
3. Cambio climático. Sus efectos, como la reducción drástica de la biodiversidad, no retrocederán. Puede ser que las emisiones de gases contaminantes disminuyan momentáneamente, como resultado de la reducción de la actividad económica. Sin embargo, existe el riesgo de que se desvíen las inversiones previstas para combatir el calentamiento global, como la investigación y desarrollo de fuentes alternas de energía. Ante esto, es posible que el medio ambiente pase a un peligrosos segundo plano en las políticas y actuación gubernamental, pero también que la sociedad catapulte las ideas y soluciones de empresas verdes.
4. Se pulverizan las instituciones. El mundo comenzó a fracturarse mucho antes de que la pandemia golpeara. Esto a medida que la creencia de los ciudadanos en las instituciones y los líderes se desmoronaba. Gobierno, iglesia, partidos políticos y empresas perdieron credibilidad. Aunque con la pandemia retomaron parte de su liderazgo, por la necesidad de creer de la gente, las instituciones deberán reconfiguararse para ser representativas. Los líderes tienen la oportunidad de generar confianza…o destruirla aún más. Y en esta categoría están gobiernos, sistemas de salud, empresas y medios de comunicación.
5. ¿Adiós a la globalización? En el corto plazo, por lo pronto, el auge en la globalización quedará debilitado. Los procesos de anidación rehúyen la cooperación internacional y se busca salir adelante con recursos propios. Esto, mientras las cadenas de suministros se acortan y se buscan aliados y proveedores locales. Incluso antes de COVID-19, la tendencia de décadas hacia una globalización cada vez más grande del comercio, la inversión, las cadenas de suministro y los flujos de personas empezaba a detenerse. Hoy empezamos a mirar más cerca de nosotros, de nuestra casa, todo, desde los productos que producimos y consumimos, las personas con las que interactuamos y donde obtenemos nuestra energía y dinero.
En sí, Covid-19 forzó un proceso de anidación en el que deberemos valorar lo que es importante y significativo para nosotros, desde la vida al tipo de insumos y marcas que privilegiamos, lo que creemos y decimos, como percibimos y actuamos, qué futuro construimos ahora y qué y a quiénes heredaremos. El mundo, nuestra realidad, es lo que construimos día a día.
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