El alejamiento social y la reclusión en casa nos forzó a soliloquios y hondo silencio. Aprendí 10 cosas.
1. Ser el centro de mi propia vida.
2. Reconfigurar la noción de familia. No se integra por lazos sanguíneos solamente sino por quienes están en el corazón, caja del subconsciente.
2. Valorar lo trascendental e importante. Ante el peligro inminente descubres cuáles son tus verdaderos intereses y prioridades.
3. Decides que tus destrezas, conocimiento y talento merecen encausarse en proyectos significativos.
4. Te alejas de los estereotipos de felicidad y armas tu propio concepto de dicha.
5. Descubres que la serenidad es el estado perfecto del ser.
6.Te interesas por la naturaleza y descubres belleza aún en lo más cotidiano y nimio.
7.Te aceptas. Aceptas tu fisonomía, personalidad y manías. El tiempo contigo te ayuda a descubrirte como un ser único.
8. Aprendes a callar y a leer el silencio.
9. Develas nuevas habilidades y puedes sorprenderte al hornear galletas o jugar con un perro.
10. Rezas. Pero ya no son frases aprendidas en alguna iglesia, sino las palabras con las que le agradeces a Dios tus circunstancias y vida.

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